miércoles, 24 de noviembre de 2010

No creí que pasaría otra vez

Juro que luché por no sentir, otra vez, mariposas en el estómago. Me da risa y me molesta a la vez. es tan divertido tener treinta y uno y sentirse como una adolescente que ve al chico que le gusta. No recuerdo cuando fue la última vez que sentí lo mismo, creo que fue con Big J, pero esta vez es más intenso. Bastó darme cuenta cuando lo vi cerca de mi y cambié de color, se me bajó la presión y el tonto se apoderó de mí. Lo peor del caso es que me sigue distrayendo. Ahora entró a mi cabeza y no se quiere salir.
Me encanta sentir lo que siento, me gusta sentirme una tonta, pero no quiero sentirlo sola. Me encantaría que el tipo sintiera lo mismo, sería tan divertido.
Juraba que los treinta derribarían mi miedo al amor, pero veo que lo han reafirmado.
Me encanta su sonrisa, su porte, su seguridad y su irreverencia. Me encanta su cara de mamón que esconde al más tierno caballero deseoso de amar y de encontrar a la dama con quien quiere compartir su felicidad. Es un simple mortal como yo, pero nos separa la indiferencia y la apatía del uno por el otro. Así es, me encanta pero me cae mal. Es una rara convinación de fascinación y rechazo. Aún no lo entiendo, quiero, pero no quiero. Claro, no quiero porque el tipo no tiene ni la mínima pisca de interés por el lunar de mi brazo derecho. La verdad es que con dos o tres holas no se conoce a nadie. Y esa es la verdad, se está metiendo sin permiso alguien a quien no conozco.
Pocos hombres llaman mi atención y logran embobarme como lo hace Don y, rayos, no tuvo que hacer mucho.
Trataré de buscar algo diferente para distraerme, no sería capaz ni siquiera de buscarlo y decirle hola. Lo planeado nunca me ha salido bien, simplemente no es mi estilo.
En verdad esto debe ser lo más hermoso cuando se es correspondido y cuando las cosquillas en el estómago y los nervios son recíprocos. Sería tan lindo ver su cara de bobo mirándome mientras le doy un beso mimado.
Tengo ganas de dar un beso, sólo uno. Tengo ganas de abrazar, muchas veces. Tengo ganas de charlar rico, muy rico. Tengo ganas de muchas cosas, pero con la persona correcta.
¿Por qué es tan difícil? Es mejor no sentir.
Pero ese es el gran reto, sobrevivir y manejar este sentimiento, y salir ilesa.

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